«Para un docente la vida es una inmensa conspiración». Con estas palabras mías titulaba Carlos Mármol la entrevista que me hizo y que el pasado lunes 4 de marzo publicaba en la edición de Sevilla de El Mundo. La serie de «Entrevistas impertinentes» que viene haciendo Carlos en El Mundo me recordaba la afortunada impertinencia de Gaston Mialaret que ya comenté en este blog. Si queda algún habitual de los de antes leyendo ahora, seguro que le sonará alguna referencia a algo que escribí por aquí.
Educación, Duchamp, mi época en Las Tres Mil Viviendas de Sevilla, el IEDA, las nuevas tecnologías y Sevilla… Un repaso por varios temas y un gustazo de charla con Carlos. Puedes descargarla aquí en PDF o verla aquí abajo.
¡Efervescente2h ha resucitado!
Me doy por aludida en ese «visitante de los de antes», te doy la enhorabuena y te agradezco este renacer. ¡Bien! Con tu permiso, me sirvo una cerveza de tu frigorífico y me acomodo para leer la entrevista.
Puedes darte por aludida, porque lo eres, lo eres 🙂 Muchísimas gracias por la felicitación por esta resurrección. Ya te habrás tomado esa cerveza. Sabes que te agradezco mucho esta alegría que me transmites. Aunque tarde, brindo con otra cerveza.
Hola Juanjo.
Me alegra ver y leer que sigues con tu «dialéctica wasabi», fuerte de entrada pero que adereza de forma contundente la verdad.
Tu mención al concepto de autoridad también me ha recordado mucho mi época en Las TresMil. Allí se aprende aceleradamente, no solamente de niños, si no de personas en general.
La autoridad, según mi humilde opinión, es progresiva. Una primera etapa de tanteo y rigor disciplinario. Les intento hacer entender a los alumnos/as, muchas veces «a voces» (soy irreversiblemente pasional), que realmente quiero enseñarles y por supuesto aprender de ellos. Este paso cuesta sudores y creo que una pérdida importante de neuronas. Pero llega una segunda etapa con el tiempo (meses o años), en el que esa disciplina (4 normas, no más) se revierte en una relación empática, en la que de forma instantánea empiezo a reir y disfrutar con ellos, y es en ese momento, justo en ese instante, cuando tiene sentido enseñar y aprender…lo demás, son chapuzas «burrocráticas».
Un abrazo y salud.
Me diste un alegrón enorme cuando leí tu comentario, Manolo. Fueron muchas las horas compartidas allí y tengo un especialísimo buen recuerdo de ti. Yo no viví tanto esa progresividad en la autoridad. Casi de golpe me metí en la empatía, sin darme muy bien cuenta en realidad. Pero te entiendo perfectamente-
Muchísimas gracias por el comentario y por esa alegría que comentas. No la merezco, y se agradece mucho.
¡Un abrazo!
¡Hola, Juanjo!
Cuánto contenido en tan pocas palabras. Yo me quedo, por ahora, con lo siguiente:
1) la necesidad de desarrollar la autoridad emocional,
2) la crítica a las instituciones educativas como agentes neutralizadores del potencial de la gente,
3) la futilidad de la queja docente,
4) la ruptura con la idea de que “cualquier pasado docente fue mejor”.
Y seguro que me dejo algo.
Con lo que no sé si estoy de acuerdo es con la idea de que los incentivos económicos serían suficientes para mover el tapete educativo. En Estados Unidos se hace y los resultados están todavía por ver, quizá porque al mismo tiempo se introdujeron exámenes estandarizados en los distritos escolares y al final el profesorado es premiado no por su labor como educador sino por el éxito de sus alumnos en los exámenes de lectura y matemáticas, que parece ser lo único importante en la vida. Y, por cierto, ya sé que comparar sistemas educativos no nos lleva a ninguna parte (aunque sea con sistemas tan modélicos como el finlandés) pero creo que el gran reto de la educación obligatoria, con sus vicios y posibles virtudes, es que es un gran puzle, sin fotografía que nos sirva de modelo para completarlo y con muchas manitas intentándolo hacer a la vez… muchas de las cuales provistas de buenas intenciones, pero algunas otras cargadas de algo de alevosía, moviendo las piezas de sitio en cuanto nos damos la vuelta o nos alejamos para ver qué tal va el rompecabezas.
Muchísimas gracias, Esperanza, me identifico en tu resumen.
No quise decir que esos incentivos fueran suficientes, como ves añadí que la pérdida de impunidad es también necesaria. Vamos, que no creo que sea buena la permanencia en el Cuerpo casi pase lo que pase.
Por otro lado, tampoco me gusta comparar sistemas de contextos muy diferentes. Y por supuesto que es un puzzle, del que habrá que mirar todas las piezas, no lo discuto. Pero sin mirar la que tenemos en la mano poco podremos hacer. Echar balones fuera es una absoluta pérdida de tiempo y es una ceremonia de distracción. Eso quise decir.
Oye, y que muchísimas gracias de nuevo 🙂
¡Juan Sin Miedo! 🙂 Me gusta mucho la idea de «autoridad emocional» – que en realidad es el respeto a tu criterio porque no es mercenario sino basado en el cariño y el conocimiento mutuos. Ser profe y ser madre o padre no es tan distinto…
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