El pasado miércoles 23, en El Correo de Andalucía, aparecía un artículo cuyo irónico título era: Si un coche sale de A… Y subtitulaba el autor: Crítica a maestros que no renuevan la forma de enseñar de hace 30 años. (No está en la edición digital, lo tienes a la izquierda escaneado. Pincha en la imagen para ampliarla).
En él, el periodista citaba y resaltaba algo que le dije, y que me parece tan obvio que casi da vergüenza decirlo: «Si las expectativas que el profesor tiene sobre sus alumnos disminuyen, las notas también caen». Además, añadía más palabras mías: «Los grupos heterogéneos nos dan mejor resultado porque el niño bueno contagia al malo… El profesorado tiende intuitivamente a hacer grupos homogéneos para saber a qué se enfrenta». Pues bien, según el artículo es ahora cuando, al parecer, un informe del Servicio de Inspección Educativa andaluz se percata de que «se viene utilizando una metodología más enfocada a grupos homogéneos que a grupos heterogéneos, que es la realidad actual de nuestras aulas». Pero por lo que percibo por aquí y allá, y ojalá me equivoque, el problema no es local, ni regional…
Este pasado lunes 21, a propuesta del Centro de Profesores y Recursos de Zafra, estuve invitado en el IES Suárez de Figueroa de la bonita localidad extremeña. Pronuncié una ponencia titulada «Convivencia y motivación: otra escuela es posible» (breve presentación utilizada aquí). Lo agradable de la compañía, y del debate y preguntas que sucedieron a mi intervención, me posibilitó intercambiar allí puntos de vista durante casi cuatro horas.
Como decía arriba, no dejo de sorprenderme, allá por dónde voy, por el choque que provoca en los oídos del profesorado mi defensa, largamente argumentada, de los grupos heterogéneos de alumnos. Creía que esta cuestión estaba ya superada, pero, ante mi sorpresa, la mayoría de los centros de los que tengo noticia camina en dirección contraria. Con datos objetivamente demostrables, con los grupos heterogéneos mejoran notablemente los resultados y la convivencia. Además, los grupos homogéneos (buenos/malos/regulares separados en clases distintas) suponen un segregacionismo social y pedagógico que me parece realmente canallesco. Una segregación con todos los alumnos: a los buenos burbujas artificiales, asépticas, sin mezcla; y a los malos auténticos guetos de escasas esperanzas. Con lo contrario, la heterogeneidad, la mezcla, el profesorado y ellos mismos, los alumnos, no diferencian a priori entre grupos buenos y malos, entrando en todos con las mismas expectativas, lo que redunda en unos mejores resultados de la totalidad del alumnado. No, no salen perdiendo los alumnos buenos. No, son los malos los que se contagian de los primeros. Las expectativas que depositemos en los alumnos son abolutamente fundamentales a la hora de poder situarlos en unos niveles aceptables de resultados, de todo tipo. Incluidos esos adorados, por algunos, contenidos conceptuales. Y a ello se añade la, al parecer intocable, cuestión del método. Lo dice el artículo: «Los manuales se han convertido, en muchos casos, en la expresión del reduccionismo académico, hasta el punto de que ha habido maestros que rechazaban categóricamente evaluar cualquier cosa que no apareciera escrita en el libro de texto (…) No es extraño que algunos niños reciban clases de los mismos profesores que educaron a sus padres. Con distintas leyes educativas, pero con las mismas lecciones, problemas parecidos e idénticos ejemplos». Llevo diciéndolo ya demasiado tiempo, en demasiados sitios.
P.D.: Mucho habría que hablar, además, de qué entendemos por «buenos» y «malos» alumnos, porque la habitual imprecisión de nuestras clasificaciones no soporta ningún riguroso análisis. Pero, claro, no tenemos tiempo para detenernos a analizarlo en el instituto. ¿Verdad?
La cuestión estriba en que no se pide la separación de grupos en función del criterio: «bueno», «malos», «regulares» sino en función de la diversidad de expectativas y de talentos, no es tan díficil admitir que con 14 años un joven puede saber si desea seguir estudiando hasta los 24 o 30 o desea entrar en la vida laboral a los 16 o 18, -y se deja la puerta abierta a posibles cambios en los deseos, te recuerdo que de todas formas «no se pueden poner puertas al campo».
Supongo que sabes, que en Alemania a partir de los 12 años los alumnos eligen -o mejor entre padres, profesores y alumno- entre tres itenerarios diferentes -con puentes entre ellos.
Un autor tan poco sospechoso de segregación o conservadurismo como es Aldous Huxley en su obra La Isla -utopía positiva- cree que uno de los errores de la educación es tratar a todos por igual y meterlos en el mismo recinto sin atender a distinguir en la s diferencias de temperamento, intelectuales… es decir aboga por una atención a la diversidad real. (A veces,me parece que el espíritu de la logse reside más en sus detractores que en sus defensores y al contrario, los defensores de la logse son los que de hecho fomentan la uniformidad)
Lo absurdo es mantener categorías del tipo «bueno» «malo» «regular», las categorías son otras: ¡no son categorías morales!.
No se pretende beneficiar a los «buenos», ni a «los malos». Esas categorías no son válidas. Se trata de dar el máximo de formación a cada alumno para que afronte la vida con sus mejores capacidades.
Defender estas cosas molesta -lo sé por experiencia personal- a los amigos de la inspección. Ese es el punto que más me extraña de tu artículo ¿a qué tipo de inspección estáis acostumbrados por aquellas tierras?.
Un saludo
La elección es por supuesto entre itinerarios:
Aquí presento la página de una escuela que recoge los tres posibles (gesamtschule)
http://www.kgs-rastede.de/
La elección es por supuesto entre itinerarios:
Aquí presento la página de una escuela que recoge los tres posibles (gesamtschule)
http://www.kgs-rastede.de/
Serenus: por supuesto que hay diferencias, no las niego, y que tratar a todos igual es absurdo y contraproducente. Pero sí defiendo que hay que mantener expectativas altas en todos, todo el tiempo, pese a lo que momentáneamente parezca un alumno. He tenido casos, muchos, que han terminado en la Universidad y en 2º ó 1º de ESO parecían casos perdidos para el sistema educativo.
Por aquí los guetos se van imponiendo, las clases de alumnos directamente, previamente marginados o posteriormente condenados. A lo primero lo llaman eufemísticamente «prevención», no sé a lo segundo.
No me queda claro qué quieres decir con lo de la molestia de los amigos de la inspección, ni exactamente cuál es tu extrañeza. No soy amigo de ningún servicio, y en más de una ocasión pese a las dificualtades, lo he demostrado. Aquí hay de todo en ese servicio, como en todos. Me estaba acordando de un mulo sobre el que escribiste una vez.
Un saludo, Serenus, y muchísimas gracias por tus aportaciones.
Juan José: ¿dónde y cuándo hay una tendencia a «homogeneizar» a los grupos? Comentaré el tema del artículo en función de tu respuesta. Es un dato para mí necesario. Un abrazo.
Ricardo: Pues en muchos institutos que visito, veo, me cuentan. Parece que hay una reacción docente: mantener-defender lo que más de uno percibe como el último reducto de alumnos «salvables» del desastre general que perciben. No sé cómo andará la cosa por Canarias. Fíjate que aquí es la inspección ahora la que se echa las manos a la cabeza por la tendencia a homogeneizar, tal y como plantean en el informe del que habla el artículo del periódico.
Un abrazo.
No,por supuesto que no intentaba sugerir ninguna «amistad» tuya.
Ni tiene relación -al menos consciente y voluntaria- con el texto que citas.. claro que uno no dice sólo lo que quiere.
Saludos
Pingback: El IX-CIO en el blog “EDUCATHOR” « HELLENIKÁ. RECURSOS DE GRIEGO ANTIGUO
Hablé de esto en su día en mi blog y comparto del todo el diagnóstico, los grupos mezclados ayudan a la convivencia y a las notas. ¿por qué entonces los profesores prefieren los homogéneos? Porque erróneamente creen que será más fácil dar clase al tener menos niveles de partida, porque creen que esos malos deben estar atendidos por otros profesionales o directamente no estar, algunos por contra creen que aprenderán mejor si se adpata el nivel por lo bajo porque argumentan que su mala conducta es sólo por haberse perdido hace tiempo, porque hay mucha confusión sobre los fines de la educación obligatoria….
Otra vez compartimos perspectiva… Nada, que no hay forma de entrar en conflicto… 🙂 Comprendo perfectamente que los profesores prefieran grupos homogéneos (si son de veinte en vez de treinta, mejor, que así se corrige menos), que utilicen un libro de texto «mágico» (que traiga también en un CD la programación bien redactada)… Y lo comprendo porque eso es mucho más fácil; sin embargo, no entiendo cómo no nos damos cuenta de que estamos viviendo en otro planeta, de que el aprendizaje de nuestros alumnos en centros como los nuestros (y repito «nuestros» con toda la intención) no se va a producir con las recetas mágicas de las editoriales, ni pasando el primer día de curso a los niños gitanos y los inmigrantes a los de compensatoria…
Sí, altas expectativas, altísimas, oportunidades de éxito… No recuerdo quiénes en Estados Unidos (¿los de «Éxito para todos»?) utilizaban en colegios de zonas marginales una metodología diseñada para niños superdotados. ¡Y le funciona! Pues nada, que al parecer no estamos inventando la pólvora…
¿Y lo de los grupos herogéneos? ¡Pero si no tenemos otro capital que el de los chicos y chicas que están en las aulas! Los que sean, cuantos sean, trabajando en equipo, escuchando lo que nos pueden decir…
Eso sí, habrá que sentarnos un rato y ver cómo el sueño se puede hacer realidad en cada casa. Hacen falta creatividad, tiempo, ganas de trabajar, alegría, profesionalidad, paciencia, compromiso, resistencia, lecturas (no sé por qué ese rechazao a los pedagogos y allegados: ¿hay quien se queje de que los médicos están al día en avances científicos que pueden mejorar o alargarnos la vida?), otras experiencias, comprensión, empatía, y creerse de verdad que cualquier día uno amanece volando.
Y si nos ven volar ¡se va a poner el cielo como las salidas de Madrid este puente!
Ya te leo Eduideas, y efectivamente hay mucha confusión, aunque lo malo es que es premeditada. O me lo parece.
Gemma: Ya llegará el conflicto, ya verás 😉 Efectivamente es en Estados Unidos, éxito para todos y escuelas aceleradas. No inventamos nada. Pero ¿por qué no se copia lo que clarísimamente funciona? Respecto a lo de las lecturas estoy absolutamente contigo, tampoco entiendo el rechazo. Un profesor, en general, aprende casi por intuición, porque poca molestia hay en formarse, renovarse, plantearse. Como si lo supiéramos todo de antemano. Efectivamente,volaremos, viendo otro paisaje como ya hacemos, con otros ojos, con otras alas, sin carroña allí abajo en el suelo. Muchísimas gracias. Dan ganas de copiar tus comentarios para un post.
Tal y como apunta Serenus, muchos de estos debates parten de un error terminológico. El concepto de alumno «malo» es difícil de consensuar, pues solo depende de quien sea el observador. Tengo claro que, para mí, un alumno malo es aquel que, después de haber puesto en marcha las correspondientes medidas educativas, rechaza la participación en el sistema educativo, generalmente con el beneplácito de su familia, y, además, ejerce como saboteador de su grupo. No me digáis que no existe, pues siempre hay uno o dos por nivel. Tampoco me digáis que hay posibilidades de salvarlo. Los medios con los que contamos en un instituto son limitados y la capacidad de desdoblarse también. Estoy seguro de que hay salidas dignas para ellos si se les ofrecen a tiempo. Pero no es justo ni para ellos ni para sus compañeros permitir que las clases se conviertan en un torneo entre ellos y el profesor. Y esto no tiene nada que ver con grupos homogéneos o heterogéneos, pues salvando estos casos puntuales, en las aulas se puede mantener una docencia integradora en la que los unos se beneficien de los otros (si los dejan).
El problema para mí, Antonio es cuáles son esas «correspondientes medidas educativas» que comentas, porque quizás el rechazo provenga también de qué tipo de medidas sean esas. Sinceramente, «saboteadores» no conozco. Conozco alumnos con desinterés, que se aburren, a los que poco les ofrece la estructura normal de la escuela. Y sí, si hay posibilidades, con todos, absolutamente todos, pero no con esta escuela anquilosada que normalmente tenemos. No obstante, esto que comentamos supongo que depende mucho del contexto, del centro concreto. Un saludo y gracias por tus ideas.