Del todo, rematadamente, absolutamente, a más no poder, definitivamente imbécil. De eso están más que convencidos la mayor parte de medios de comunicación y políticos de este país. Están seguros de mi completa imbecilidad, de lo fácil que es convencerme, esconderme sus siniestros intereses, manipular mis convicciones, hacer que se me caiga la baba. Al fin y al cabo, nada son mis ideas. ¿Quién soy yo para pensar nada? Saben de sobra que me siento con el periódico, o enciendo la radio y me nutro con la televisión, y a partir de ese momento mi mente se transforma en una esponja que absorbe lo que ellos quieran contarme, y que todo me lo creo. Pueden decirme una cosa y la contraria, a la vez, que no me doy cuenta de la contradicción. Porque ellos lo saben, se han dado cuenta: soy imbécil, y juegan conmigo. Yo no tengo derecho a la información, sino a que ellos me informen, que no es lo mismo. Me tienen inscrito en algún registro de tarados mentales que deben manejar, y ya me han mandado algo a mi buzón. Será por eso, por mi debilidad mental, que me regalan muchas cosas, porque, después de todo, les doy pena, y porque son entidades benéficas, oráculos de la realidad, irrebatibles argumentadores, benefactores mártires, clarividentes solucionadores de cualquier problema, por difícil que sea. Sí, soy imbécil, y lo saben. De sobra.
Me prometerán cosas para que yo meta un papelito con su nombre en una urna, pero como soy imbécil, en cuanto meta el papelito a mí se me olvidará la promesa. No me acordaré de lo que me prometieron hace unos años, unos meses. Ni unos ni otros, ninguno. Como soy imbécil, me enseñarán dónde están «la izquierda», «el centro» y «la derecha», para que me oriente un poco. Y yo me lo creeré, del todo. Se pondrán de acuerdo para explicármelo en sus periódicos, que sólo tienen la generosa intención de decirme lo que debo hacer, y recordarme lo que ellos han hecho y dejado de hacer. No sé por qué algunos piensan que la prensa y la política de este país dan auténtico asco. Yo no lo pienso, porque ellos saben de sobra que yo soy imbécil. Aunque no un imbécil como ellos.
Imbécil es común en cuanto al género, se atilda porque es llana acabada en -l y su plural es imbéciles.
Que yo sepa tú no eres común en cuanto al género, no eres llano, ni tu nombre acaba en -l, ni usas sombrero (que yo sepa) y hasta ahora no puedes realizar una mitosis o acción semejante.
Aunque por otro lado, quizás sí seas común en cuanto al género por mucho que algunos se empeñen en que esto no es posible, sí seas llano comparado con otras dimensiones, tu nombre en otro idioma acaba en -l, el sombrero es las ideas que rondan tu cabeza y eres bipolar.
En este segundo caso, lo siento pero eres imbécil. Y me temo que yo más, porque mi nombre real sí acaba en -l.
Además empiezo a estar deformado profesionalmente, viendo almas en el lenguaje de cada uno…
Definitivamente, en cuanto saque tiempo tengo que escribir algo sobre las falacias de los imbéciles.
Un saludo.
Más que in becilidad, es tulticia.
Pues, Juanjo, o eres imbécil o estás loco. No hay más alternativas y, claro, ¿quién quiere ser tachado de loco, tarado, desviado, extremista, perturbador y enemigo del progreso? Es curioso cómo, dentro de la confusión, unos y otros nos hablan siempre con las mismas palabras:
progreso, fresco, espacio, seguridad, estabilidad
¡Parece un anuncio de un coche!
Yo te veo más como un loco, un querido y necesario loco.
Saludos, Juanjo.
Me parecen muy bien las «declaraciones», pero mejor cambiar el título del post: «Chiste»…
Saludos
Chiste o locura, digo yo que no seré el único que se siente así ¿no? Muy bueno, Guybrush, efectivamente no uso sombrero, pero a mi querido jefe provincial, que no se atilda tampoco, le han llamado la atención, y le han puesto uno. No te digo, si soy imbécil, jeje.
Saludos y gracias a todos. Esté loco, imbécil, o lo que sea, quieran, pretendan, piensen de antemano, o estén seguros del todo. Como un coche, Ramón, como un coche… 😉
A veces lo difícil está en saber si somos imbéciles o nos toman por imbéciles. Siempre tendemos a pensar lo segundo, pero lo más probable es que sea lo primero. Y lo malo es que ellos (quienes quiera que sean) lo saben.
Dat-Beat, ellos saben que hay muchos imbéciles y más que estan preparando para que salgan y con ellos haran un «mundo feliz», pero también saben que hay otro grupito de «imbéciles» que les cuesta trabajo convencer, ese grupito tenemos que agrandarlo y que se convierta en un grupo.
Saludos
Al final la imbecilidad, como los milagros 😉 , va a ser cuestión de estadística y probabilidad. Como dices, Da-beat, «lo más probable…». Por supuesto que lo saben. Estadística o tamaño, podemos verlo como «grupo», «grupito» o como queramos, Manuel, pero en sus manos estamos. Dependiendo del día, uno se siente más o menos imbécil, pero de ahí no nos sacan. Creo.
¡Saludos!
Afortunadamente no todos somos tan imbéciles como ellos creen. Muchas veces nos manipulan sin que nos demos cuenta, y otras porque nos dejamos. O lo que es lo mismo, unas veces somos tontos de verdad y otras sólo nos lo hacemos. Y eso también lo saben. Me ha encantado la última frase, y lo de si son benéficos. Creo que son todo menos eso, no nos «dan» nada -parecen obviar que tienen algo (por poco que sea) de servicio público-; somos nosotros los que le damos a ellos. Sería difícil vivir sin medios de comunicación, pero para ellos sería imposible vivir sin nosotros. Y eso, aunque parezca que no, también lo saben. En fin, confiemos en que otra información es posible… porque con la política, no lo tengo claro. Saludos a todos!!
Lo que habría que ver, Mary, es si esa otra información posible, puede darse con las posibilidades actuales. Suena lioso, pero no lo es. A ver si los que llegáis ahora a esos medios lo planteáis de otra manera. Esperanza de futuro. Algo queda.
Saludos.
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